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10 de noviembre de 2011

EMOCIONALMENTE DESNUDO ANTE MI PAREJA


Cuando entregamos nuestro amor, temporalmente se desvanecen las paredes que mucho tiempo atrás habíamos erigido alrededor de nuestro corazón para evitar que nos lastimaran. Es entonces cuando quedamos emocionalmente desnudos y vulnerables y las heridas de antaño que nunca habían sanado por completo, quedan al descubierto. En ese momento dos cosas pueden suceder: nuestro ser amado nos puede ayudar a sanar esas heridas de una vez por todas, o al ignorar que están ahí, las puede agravar una vez más obligándonos a levantar nuevamente las paredes mencionadas que no sólo nos protegen sino que impiden la salida de nuestro amor, aislándonos emocionalmente y vetándonos toda posibilidad de establecer una relación de pareja que goce de una comunicación profunda, que sea honesta y que nos permita comulgar espiritualmente con la persona que amamos. Primero veamos el origen de estas heridas.
Desde que nacemos, nuestros sentimientos comienzan a recibir toda clase de agravios. Por ejemplo, muchos de nosotros crecimos convencidos de que no éramos bienvenidos en el hogar natal. Desde temprana edad pudimos observar la displicencia que nuestros padres expresaban al tener que velar por nosotros. Nos alimentaban con furia, nos gritaban cuando pedíamos la plata para la pensión del colegio o para comprar un par de zapatos, y era evidente el resentimiento que les producía tener que quedarse en casa cuidándonos cuando estábamos enfermos o cuando nadie más lo podía hacer.
Muchos de nuestros padres sin darse cuenta de ello, repitieron con nosotros los mismos errores que nuestros abuelos cometieron con ellos. Nos golpearon coléricamente en repetidas ocasiones, nos intimidaron verbalmente hasta infundirnos pavor de expresar cualquier necesidad, sentimiento u opinión, nos echaron de la casa por cuestionar su autoridad, nos compararon negativamente con nuestros hermanos más inteligentes o de apariencia física más linda, nos dieron responsabilidades de adultos cuando aún éramos niños, nos obligaron a cuidarlos mientras se recuperaban de su embriaguez, ridiculizaron nuestro desarrollo sexual o lo atrofiaron a través del abuso, frente a nosotros fueron infieles y mentirosos enseñándonos así a ser cínicos acerca del amor, nos utilizaron para llevar mensajes de odio entre ellos, rara vez se sentaron a escucharnos para averiguar nuestras angustias o para demostrar interés por nuestro desarrollo interior, nos incumplieron promesas, nos colocaron apodos ofensivos (“el bruto”, “el enano”, “la gallina”, “la inútil”, “la gorda”), llenaron nuestras mentes con prejuicios raciales o socio-económicos que coartaron nuestra libertad para relacionarnos, uno de ellos abandonó el hogar y rara vez llamó para saber de nosotros, infundiéndonos así un miedo intenso a ser abandonados. En el colegio y en el vecindario donde crecimos muchas personas también nos hirieron de maneras parecidas.
Cuando nuestra pareja hace o dice algo que nos recuerda una de estas heridas, nuestra reacción es excesiva y usualmente no corresponde a la circunstancia presente. Lo que en verdad está sucediendo es que la furia y el dolor acumulados y reprimidos por muchos años están saliendo a la superficie. Si queremos impedir que nuestra pareja haga explotar esas minas de dolor que llevamos dentro y nos hiera sin saber que lo está haciendo, si deseamos mantener una comunicación abierta, honesta y auténtica, y si queremos evitar que la persona que amamos nos obligue una vez más a vetar de nuestro corazón toda experiencia amorosa, debemos como primera medida, identificar todos aquellos eventos y circunstancias que lastimaron nuestros sentimientos. Posteriormente, debemos narrar y describir a nuestra pareja los detalles de esas circunstancias y eventos dolorosos, de tal manera que nos ayude a sanar esas heridas a través de su amor incondicional, de sus caricias, de su compasión, de su paciencia, para que evite herirnos nuevamente de formas similares y en caso de que lo haga, sepa lidiar con nuestro dolor y nuestra furia de una manera madura y llena de entendimiento. Esto lo podemos hacer escribiéndole o diciéndole algo así:
“Amor mío: ante ti me despojo de toda vanidad y de toda máscara y te expongo las heridas que recibí cuando era joven. Te entrego mi corazón adolorido con la esperanza de que el amor que me des sirva de bálsamo para sanarlo. Trata de no herirme como lo hicieron los que me criaron, ya que jamás quiero levantar barreras protectoras, pero alienantes, entre tú y yo. Sin embargo, si algún día inocentemente tú tocas una de las muchas heridas que mi corazón alberga, trata de entender que no son tanto tus acciones, ni tus palabras, como mi pasado doloroso el que provoca en mí reacciones exageradas e incoherentes. Por lo tanto, cuando esto suceda busquemos rápidamente la manera de esclarecer el malentendido, examinando el pasado para entender la reacción presente, antes que el resentimiento silencioso se apodere de nosotros e impida que nos comuniquemos abiertamente como buenos amigos y amantes. Abrázame y bésame al menos veinte veces al día y en especial cuando me veas triste; en esos momentos es probable que esté recordando heridas recibidas durante mi infancia y juventud. Cuando me veas enojado entiende que lo que tengo es temor de que alguien me pueda hacer daño otra vez y es entonces que necesito de tu cariño para poderme calmar. Cuando te cele sin razón sólo estaré expresando el temor que tengo de que me abandones como lo hizo mi padre, así es que por favor infúndeme en esos momentos la sensación de que nunca te irás de mi lado. Frecuentemente, escúchame con atención sin criticarme, sin juzgarme y sin ridiculizarme, y trata de atender las necesidades que te exprese. Mis padres me negaron la satisfacción de muchas de ellas. Ahora necesito que tú me ayudes a llenar los vacíos que esta negligencia dejó. Apóyame y estimúlame para evolucionar cada día más y recuérdame que soy alguien valioso. Nunca me degrades como lo hacían mi padre y mis profesores. Protégeme de aquellos que me quieran herir, como sin darse cuenta lo hicieron mis padres y mis hermanos. Trátame como la madre más amorosa y sabia trata a su hijo idolatrado y predilecto. Yo haré lo mismo por ti”.

¿Cómo tener un noviazgo de éxito?



Conocer a tu pareja como a tus lunares, escucharla con la atención que escuchas un aumento de sueldo y respetarla como a un religioso viernes de reventón con tus amigos, son los ingredientes mágicos que mezclados harán ¡boom! en tu éxito en el amor
Crees que la devoción exclusiva y entrega total de tu pareja significa que ¡te ama! y la señal de que tú amas a alguien es cuando no dejas de pensar día y noche en ella.
Pero las continuas decepciones amorosas te hacen pensar si estás en lo correcto o no.
Para tu poder amar a otra persona, primero necesitas ser independiente emocionalmente,debes amar porque quieres y deseas, no porque lo necesites.
Si experimentas una necesidad muy fuerte de ser amado(a) viene de una baja autoestima, que viene de falta de cariño por tus padres en la edad infantil, y ves en tu pareja el compensatoriodel amor y cuidado que te fue negado por tus padres en tu niñez.
Y así cuando eras un niño pequeño que reaccionaba caprichosamente cuando tu madre no te prestaba atención, así reaccionas con celos cuando tu pareja no te presta atención o no está la mayor parte del tiempo contigo.
Por eso, el primer paso para amar es que tengas una autoestima sana, no tratar a tu pareja como tu posesión amorosa.
Y no puedes amar a alguien que no conoces profundamente.
Crees amar porque piensas que conoces a la otra persona. Pero solo te autoengañas. Si conocieras realmente a tu pareja, sabrías que no tiene las cualidades que tú crees que tiene.
¿Por qué sientes que amas a alguien, siendo que tiene tantos defectos? Porque conoces su vida profundamente y sabes porque actúa como actúa....aaaahhh...
Después del conocimiento profundo, no importa que tu pareja sea drogadicta o tenga una promiscuidad sexual muy grande en el pasado, crece tu cariño, y este crece hasta convertirse en amor.
Pero si eres afortunado y has pasado por las dos primeras pruebas que son la autoestima y el conocimiento de la otra persona, el siguiente es un ingrediente que usualmente falla:
el cuidado y la preocupación activa por la vida de tu pareja.
Sueles caer en que tu pareja sea la que se preocupe por ti y te cuide. No tú a ella.
¿Te es conocida la frase "quiero a alguien que me comprenda y que me ame como soy"?
Esto implica egoísmo. Buscas ser comprendido antes de comprender.
Y si en el noviazgo ambos esperan ser comprendidos antes de comprender ¿que futuro les espera en la relación?
Pero asumiendo que has pasado "la prueba del añejo" y que buscas comprender antes de ser comprendido, te falta otro paso más:
El respeto.
Si amas a tu pareja ¡no la critiques! solo escúchala respetuosamente, estimulala a que hable ¡y no la interrumpas!
Tu pareja, al descargarse contigo y escucharse a sí misma, encuentra el alivio que necesita y resuelve sus propios problemas, sin tu intervención.
Debes dejar que tu pareja se desarrolle y aprenda de la vida por su propia experiencia y decisiones.
No la obligues a cambiar "por su bien" cuando, en el fondo, lo que deseas es que cambie para agradarte a ti: "No uses esa falda, no me gusta","Píntate el cabello", "No me gusta que andes con tus amigotes", "No quiero que veas tanto futbol en la tele".
Estas y otras frases denotan falta de respeto hacia lo que tu pareja realmente es.
Es una persona con actitudes, formas de pensar y de vestir que la distinguen de las demás.
Acéptala como es, no la obligues a no ser ella misma, ni a ser falsa, ni a mentirte cuando esté a tu lado.
Y de la misma forma, debes exigirle que te respete como eres.
Si las cosas positivas que tiene tu relación de pareja superan a las negativas, y sientes que vale la pena ¡adelante! Recuerda que las relaciones perfectas solo existen en las telenovelas y en las caricaturas.
Pero si no te sientes bien, toma la decisión de buscar una persona con la que te sientas pleno.

Suerte.